El bienestar de la humanidad, su paz y seguridad son inalcanzables a menos que su unidad sea firmemente establecida. Esta unidad no podrá jamás lograrse mientras se permita que los consejos que ha revelado la Pluma del Altísimo pasen desatendidos. 1
Nuestra esperanza es que los jefes religiosos del mundo y sus gobernantes se levanten unidos para reformar esta edad y rehabilitar su destino. Que tomen consejo juntos después de haber meditado sobre sus necesidades y, a través de deliberación ferviente y plena, administren, a un mundo enfermo y penosamente afligido, el remedio que requiere.
El Gran Ser dice: El cielo de la sabiduría divina está iluminado con las dos luminarias de la consulta y la compasión. En todos los asuntos tomad consejo juntos, por cuanto la consulta es la lámpara de guía que alumbra el camino y es la que confiere entendimiento.2
Tomad consejo juntos y ocupaos sólo de lo que beneficie a la humanidad y mejore su condición... Considerad al mundo como al cuerpo humano que, aunque creado sano y perfecto, ha sufrido, por diversas causas, graves trastornos y enfermedades. Ni un solo día logró alivio; más aún, su dolencia se hizo más severa, puesto que cayó en manos de médicos ignorantes que dieron rienda suelta a sus deseos personales y erraron gravemente. Y si alguna vez, por el cuidado de un médico hábil, un miembro de aquel cuerpo sanaba, el resto quedaba enfermo como antes. Así lo informaba el Omnisciente, el Sapientísimo... Lo que el Señor ha ordenado como el supremo remedio y el más poderoso instrumento para la curación del mundo entero es la unión de todos sus pueblos en una Causa universal, en una Fe común. Esto no puede lograrse sino por el poder de un Médico inspirado, hábil y todopoderoso. Esto, ciertamente, es la verdad y todo lo demás no es sino error... 3
Bahá’u’lláhCuando se os presente un pensamiento de guerra, oponedle un pensamiento más fuerte de paz. Un pensamiento de odio debe ser destruido por un pensamiento más poderoso de amor. Los pensamientos de guerra traen consigo la destrucción de toda armonía, bienestar, tranquilidad y felicidad. Los pensamientos de amor son los forjadores de hermandad, paz, amistad y felicidad.
La verdadera civilización desplegará su bandera en el mismísimo corazón del mundo cuando cierto número de sus distinguidos soberanos de mentalidad elevada (los brillantes ejemplos de la devoción y la determinación) se levanten para establecer la Causa de la Paz Universal con firme resolución y clara visión. Deben hacer de la Causa de la Paz el objeto de consulta general y buscar, por todos los medios a su alcance, establecer una Unión de las naciones del mundo. Deben concertar un tratado de obligado cumplimiento y establecer un convenio cuyas provisiones sean sólidas, inviolables y definitivas. Deben proclamarlo a todo el mundo y obtener para él la sanción de toda la raza humana. Esta suprema y noble empresa (la verdadera fuente de paz y bienestar de todo el mundo) se ha de considerar como sagrada por todos los moradores de la tierra. Todas las fuerzas de la humanidad deben ser movilizadas para asegurar la estabilidad y permanencia de este Convenio. En este Pacto Supremo universal se deben fijar claramente los límites y fronteras de cada una de las naciones, establecer definitivamente los principios subyacentes en las relaciones entre los Gobiernos y determinar todos los acuerdos y obligaciones internacionales. De la misma manera, se debe limitar estrictamente la cantidad de armamentos de cada Gobierno, pues si se permitiera incrementar los preparativos para la guerra y las fuerzas militares de cualquier nación, se provocaría la desconfianza de las otras. El principio fundamental subyacente en este Pacto solemne se debe fijar de tal manera que si algún Gobierno más adelante violara alguna de sus disposiciones, todos los Gobiernos de la tierra deberán levantarse para reducirlo a completa sumisión; incluso la raza humana entera debería tomar resolución de destruir ese Gobierno con todos los poderes a su alcance. Si se aplica este el mayor de los remedios al cuerpo enfermo del mundo, con seguridad se recobrará de sus enfermedades y permanecerá eternamente a salvo y seguro.
Contemplad cómo amanece su luz en el oscuro horizonte del mundo. La primera luz es la unidad en el dominio político, cuyos destellos iniciales pueden ya percibirse. La segunda luz es la unidad de pensamiento en las tareas mundiales, cuya consumación será presenciada pronto. La tercera luz es la unidad en libertad, la cual sin duda ha de venir. La cuarta luz es la unidad de religión, la cual es la piedra angular de la base misma y, mediante el poder de Dios, será revelada en todo su esplendor. La quinta luz es la unidad de las naciones, unidad que será seguramente establecida en este siglo, haciendo que todos los pueblos del mundo se consideren como ciudadanos de una sola patria común. La sexta luz es la unidad de las razas, que hará que todos los que habitan la tierra sean pueblos y tribus de una sola raza. La séptima luz es la unidad de lenguaje, es decir, la elección de una lengua universal en que serán instruidos y conversarán todos los pueblos. Todas y cada una de ellas han de venir inevitablemente, por cuanto el poder del Reino de Dios ayudará y contribuirá a su realización.4
Ahora la mayor parte de la humanidad se da cuenta de la gran calamidad que supone la guerra y de cómo la guerra transforma al hombre en un animal feroz, convirtiendo los pueblos y ciudades prósperas en ruinas y desmoronando los cimientos del edificio humano. Ahora que se han despertado todos los hombres y sus oídos están atentos, es la hora de la promulgación de la paz universal, una paz basada en la rectitud y la justicia, para que la humanidad no se exponga a mayores peligros en el futuro. Éste es el amanecer de la paz universal, los primeros destellos de cuya luz están comenzando a aparecer. Sinceramente esperamos que su esfera refulgente brille y se extienda sobre el oriente y el occidente con su irradiación. El establecimiento de la paz universal no es posible por otro medio que el poder de la Palabra de Dios...5
‘Abdu’l-Bahá1 Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh, pág. 202.
2 Tablas de Bahá'u'lláh reveladas después del Kitáb-i-Aqdas, pág. 196.
3 Extractos de la Tabla a la reina Victoria, La Meta de un Nuevo Orden Mundial, pág. 20; El Desenvolvimiento de la Civilización Mundial, pág. 4.
4 El Día Prometido ha Llegado, págs. 183-185.5 Extracto de una Tabla de ‘Abdu'l-Bahá recién traducida.
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